PERIODISMO ESTUDIANTIL UAO

Sentencia de Muerte
Laura López
En el mundo, hay miles de niñas, que sin deseo alguno, y tal vez por cosas injustas del destino, viven una infancia ahogada por la sangre, inundada de dolor. Sus muñecos son seres de carne y hueso, que más adelante les dirán mamá; las lagrimas reemplazan las sonrisas inocentes que normalmente protagonizan el rostro de seres que apenas han cumplido los once años; el tan anhelado príncipe azul que muestran en sus cuentos de hadas favoritos, no es más que un simple hombre, que destroza noche tras noche su pudor y quien les niega la libertad de elegir enamorarse.
El matrimonio infantil, es una práctica muy frecuente en varios países del mundo, en especial en Asia Meridional y África subsahariana. “En Nigería, un 75% de niñas menores de dieciocho años son forzadas a contraer matrimonio; en Chad (72%), Malí (71%), Bangladesh (64%), Guinea (63%), República Centroafricana (61%), Mozambique (56%) y Nepal (51%)” *
El matrimonio forzado, nace de diversas tradiciones religiosas y culturales muy arraigadas desde hace años en los países que lo practican, sin ser exclusividad de una tradición en específica. Pero no son éstas, el único común denominador para llevar la unión a cabo. Principalmente, los padres optan por casar a sus hijas, a la temprana edad de nueve o diez años, porque al pasar a ser responsabilidad de sus esposos, que son normalmente entre veinte y treinta años mayores que ellas; con gran poder adquisitivo, dejan de ser una carga económica para las familias. Incluso reciben un tipo de beneficio por llevar a cabo aquel “negocio exitoso”.
Con los casamientos se asegura la obediencia en el hogar y se maximiza la reproducción, la única función de la mujer dentro la comunidad. Además, se dice que con el matrimonio precoz, se protege a la niña de abuso sexual por desconocidos, que en el caso de perder la virginidad antes de casarse, supondría, según la cultu-
ra de esos países, una vida en soltería o su muerte de
inmediato.
Lo que las familias y las comunidades donde se practica el matrimonio infantil forzado no entienden, o les gusta ignorar; es que es sin duda, una sentencia de muerte. Pues las niñas “corren un mayor riesgo de contraer el VIH/SIDA, y tienen más probabilidades de dar a luz antes de que estén físicamente preparadas. De hecho, 70.000 jóvenes esposas mueren todos los años como resultado de las complicaciones derivadas del embarazo o el parto”. (Unicef, 2009)
“Cómo una mujer afgana me dijo una vez, la mujer es vista como un estorbo familiar, los hombres en cambio, son los reyes”. Stephanie Sinclair, famosa fotógrafa y periodista, merecedora de importantes reconocimientos y actual líder de un movimiento social en contra del matrimonio infantil. *
Si no mueren, son testigos de una muerte en vida, pues la mayoría de jóvenes esposas, son más vulnerables a la violencia doméstica y nunca llegan a recibir educación. Muchos son los casos de abuso, que National Geographic, junto con Stephanie Sinclair, dan a conocer en un documental llamado: “Too young to wed”; en él se muestra los sorprendentes rituales de boda en ciertos países de África y Asia, el sufrimiento de las jóvenes esposas, sus deseos de cambio y un futuro mejor.
Entre ellos, cabe destacar lo ocurrido con Bibi Asha, de 17 años, que no tiene nariz ni orejas porque su esposo y suegro Talibanes se las cortaron. También está Asia, de catorce años, quien dio a luz a dos hijas pero continua aún con el sangrado del primer embarazo y no recibe cuidados médicos. Algunas de las menores de edad logran escapar, pero viven la misma desgracia, este es el caso de Elsa, quien huyó del matrimonio cuando tenia 14 años, pero fue abusada y después retenida para trabajar como prostituta en un Burdel. Meses después, quedó embarazada.
El panorama es cada vez más alentador, pues a pesar de que según Anju Malhotra, investigadora internacional, pronostica que la aterradora cifra de niñas que se casarán en las próximas décadas llegará a los 100 millones; gracias a los movimientos sociales como el de Sinclair, intervenciones de Unicef y la ONU, se ha concientizado a las familias sobre el grave peligro de los matrimonios precoces y se han evitado miles de estos, otorgándole a las niñas menores de edad oportunidad de educación y un futuro mejor. Pero aun falta mucho por hacer y es importante que como sociedad, aprendamos a ver más allá de nuestra propia realidad y velar por que este mundo sea, al menos, un dos porciento mejor cada día que pasa.
