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Amores Encontrados: Una Opción; Una Elección

Laura Pabón

 

Ella me miraba con esos ojos verdes que brillaban como esmeraldas. Tenía una figura esbelta y una cola voluptuosa que meneaba al caminar. Aunque fuera de calle llevaba en su espíritu los genes de una refinada condesa, no sé si es ego, convencimiento o algo que en especial al sexo femenino identifica, pero a ella le quedaba bastante bien.

 

Con su mirada y caminar hipnotizaba a mis pobres ojos color miel. Entrar en su vida no fue algo fácil, tuve que correr y saltar muros detrás de ella para tratar de alcanzarla. A veces me pegaba, arañaba o hasta mordía. No lograba entenderla, pues cuando sentía que perdía cualquier oportunidad, me alejaba y de un momento a otro como si se tratara de un juego, ella se iba detrás de mí y yo como loco corría a su encuentro, para después de eso recibir su maltrato. Tratándome de dar esperanzas, y no lastimar más mi humillado ego, me decía a mí mismo la célebre frase: “todas se hacen las difíciles”. 

 

Yo vivía en el barrio Alfonso López al nororiente. Desde muy pequeño la que se hacía cargo de mí era una señora llamada Ana, de ojos negros, tez trigueña y de un corazón grande. Con ella todas mis necesidades tanto básicas como de cariño me eran suplidas, comía comida fina y de las cuatro camas que había, dormía en la que yo quisiera. Solo era que dijera algo y toda la atención estaba en mí. Sí, en aquel hogar no me hacía falta nada, vivía feliz.

 

Pero el amor desquiciado por aquel espécimen de ojos verdes me tenía ciego y embobado, no sabía qué clase de magia producida en mí, solo sabía que no quería alejarme de ella. Así, tras pedirle tanto y físico “cacao” logré ser aceptado. Pasó el tiempo y yo solo quería pasar a un nivel más íntimo, pero al  ver que se hacía la difícil y le gustaba la fuerza, decidí usar mano dura y con un poco de dureza yací en ella. Ella gemía de intenso dolor que al mismo tiempo le proporcionaba el más grande placer. Definitivamente le gustaba ser agresiva. A mi casa regresé con la cara rayada y vuelta nada. Ana de la preocupación no hizo más que regañarme y no me dejó salir más.

 

Pasó alrededor de un mes, o al menos así lo sentía. Un día vi que Ana estaba afanada empacando todo y por ese día me dejó volver a salir. Cuando vi a mi esmeralda todo mi cuerpo se congeló y al verme corrió gritándome que tenía una gran noticia que de inmediato pude sentir, me dijo: - llevo 3 semanas de ¡embarazo! No lo pude creer, fue una alegría tan grande que corrí a casa a compartirle a Ana la noticia de mi felicidad, pero al verme me dijo: -¿dónde estabas? Te había estado esperando y de repente estaba montado con ella en su carro. La desesperación no cabía en mí, le pedía a gritos que nos devolviéramos, pero ella solo me decía que me encantaría el nuevo hogar, ¡oh Dios mi hermosa esmeralda!. Ya sería padre y tendría que cumplir con mis nuevas obligaciones, sentía que no podía dejarla sola en momentos así, cuando más me necesitaba y menos después de haberlo dado todo para estar con ella.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Traté de memorizar el camino, pero fue en vano, estaba demasiado lejos, traté de olfatear pero los vidrios estaban cerrados y solo sentía el olor del aire acondicionado mezclado con el de Ana. Llegamos y no reconocía nada, ni sabía dónde estaba hasta que Ana mencionó que estábamos en Salomia. Pensaba regresarme caminando en la noche pero la distancia era enorme. Estaba desesperado y los dos meses siguientes solo tuve fuerzas para llorar. No aguanté más estar lejos de mi familia. Así que una noche salí a su búsqueda, pobre Ana, cuando no me viera sabía que se sentiría muy triste y se preocuparía mucho, pero el amor que sentía por ellos era irremplazable.

 

Caminé y caminé una noche entera. Cuando el sol salió estaba demasiado sediento. Pegó directamente el fuerte sol de las doce y cuando ya sentía desmayar, encontré agua  gracias a aquellas personas que caritativamente ponen en su jardín un poquito de ella para los perros, gatos o inclusive pájaros. Yo en esos momentos ya era como uno de ellos. Bebí y descansé. Al continuar, mi instinto me decía que ya no faltaba mucho y el olor a ella lo sentía cada vez más cerca. Con los ánimos regenerados corrí como si el hambre y el cansancio no existieran. Cuando la vi, sentí alegría y descanso interno. Me quedé con ella, me encargué de su alimentación y su baño hasta que nuestros bebes nacieran.

 

Todo era color rosa, hasta que un señor amigo de Ana al verme exclamo: - ¡y tú que haces aquí! Ana está muy preocupado por ti-. Me agarró y después de haber  hecho todo ese viaje, volví a estar de regreso en el barrio Salomia. No puedo negar que me dio alegría volver a ver a Ana, apenas me vio me inquirió sobre lo sucio y flaco que estaba, me dejó saber que así y todo me amaba. Pero ese ya no era mi lugar, así que decidí encaminarme de nuevo a hacer un segundo viaje y todos lo que fueran necesarios de ser así.

 

Aunque esta vez fue más fácil por lo que ya conocía la ruta no dejó de ser agotador, el hambre y el calor que identifica a Cali esta vez por desgracia mía tomaba más intensidad. Tratando de buscar comida en bolsas de basuras  algunas personas por mi estado cuando me veían me echaban a escobazos o con un baldado de agua, yo solo trataba de decirles que quería conseguir un poco de agua y algo de comer para poder ir a ver a mi familia. Un alma caritativa entre la gran multitud podrida salió a darme de los sobrados de su almuerzo, que aunque no fuera la comida que solía recibir de Ana en ese momento supo a gloria.

 

Cuando estuve de regreso y vi a mi esmeralda sus ojos emanaban tristeza y preocupación. Le expliqué todo lo sucedido y le pedí perdón por haberla dejado sola, preocupado por su alimentación fui a conseguir por lo menos un pájaro para comer. A los dos meses siguientes mi esmeralda ya estaba mejor, con sus fuerzas renovadas y lista para dar a luz a nuestros cuatro hijos. Eran tan indefensos y pequeños que podían caber en un zapato.

 

Al mes siguiente el amigo de Ana regresó de nuevo y desde el techo en donde estábamos pudo ver a mi esposa y cuatro hijos que se asomaban. Apenas lo vi me preocupé de inmediato, pues no quería que volviera a llevarme y menos ahora que debía pelear por ellos de cualquier amenaza; pero el  solo dijo: -ya veo por qué siempre regresas a este lugar sin importar el largo y duro camino, pues ¡que lindos gatitos tienes! Tranquilo jamás volveré a llevarte y le diré a Ana el gran padre que eres-. De vez en cuando nos va a ver y lleva comida que Ana también nos manda.

 

Esta historia es basada en la vida de un gato, la cual nos deja una gran enseñanza, pues a pesar de su condición y los peligros que tuvo que enfrentar, jamás desistió en abandonar la responsabilidad que como padre tenía. Al contrario, renunció a toda comodidad, persistiendo constantemente a lo que ahora para él era lo más importante, estar y acompañar a su familia.

Canje de sonrisas. Fundación "Los del Camino", florecen semillas de amor

Laura Pabón

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Este pasado sábado 18 de octubre en el colegio Nuevo Latir, por la iniciativa de la Fundación Los Del Camino. Se llevó a cabo en Cali la 5ta jornada de canje de juguetes bélicos por útiles escolares con los niños de la comuna 14 de Agua Blanca. Al comenzar el evento, se hizo el lanzamiento oficial de la Red de Emprendimiento por la paz. Un proyecto que busca desarrollar un modelo de red con enfoque en la prevención del delito y la ejecución de procesos de transformación y convivencia en espacio de alto riesgo social.

 

Esta experiencia que duró desde las 8 de la mañana hasta las tres de la tarde, fue Acompañada de música y teatro por los grupos de la Fundación Los del Camino. Ambos grupos exaltaban  principios y valores de familia, perdón, paz, amor y nueva esperanza. Para muchos, fueron un gran motivo de cantos, bailes y risas tanto de adultos, jóvenes e infantes. Se brindó también refrigerio, hidratación y jornada médica la cual constaba de vacunación, exámenes de salud visual y asistencia.

 

Los niños además de concluir y ser el eje central de tan hermosa labor, alegraron el día con su asistencia. Fue una satisfacción para la Fundación ver alrededor de 266 juguetes bélicos y 290 armas recopiladas, las cuales, aportaron un inmenso grano de arena en uno de los objetivos de la fundación que es,  guiar  a los niños de entornos vulnerables para que desde la niñez no caigan en la delincuencia, teniendo en cuenta que es desde la familia donde se empieza y siempre trabajando de la mano, con el apoyo y la fe en Dios.

 

Los juguetes al final fueron destruidos y las armas quedaron en manos de las autoridades. Por otro lado se contó con la compañía de: RCN y CARACOL para cubrir esta hermosa labor.

 

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